¿Periodista? Conciencia y adaptabilidad
Martín Chinchilla Castro, expresidente Colper | Martes 31 de Julio, 2018Una de las principales reglas aprendidas en nuestro paso por la escuela de periodismo, fue la de cuestionarnos todo, es decir, adoptar una postura y actitud de periodista de investigación.
Esa regla básica ética y técnica, privó por mucho tiempo en el accionar de los comunicadores, hasta que la tecnología digital llegó para cambiar lo convencional de manera definitiva, transformando la actividad periodística en una competencia por la inmediatez, la síntesis y la imagen, aun y cuando la primicia siempre constituyó un motivo de competición.
A finales del siglo XVIII, ideas de Adam Smith, influyeron en la economía y el mercado, transformando lo que fue el trabajo en favor de todos, a un acto más utilitarista y en el beneficio propio. Se produce un cambio donde el hombre actúa y busca su propio interés, la ganancia se convierte en el camino y la meta. Quienes aportan las ideas y el capital, son los que imponen las líneas, en el caso del periodismo, editoriales. Su premisa desde entonces fue el maximizar el beneficio de los grupos más poderosos y así surge un sistema de poder “oculto” pero influyente en la sociedad y los Estados.
El contexto anterior tiene que ver con el nuevo periodismo por cuanto esa transformación económica exacerbó la estrategia de totalitarismo económico que promueve el consumo en beneficio de unos pocos y en perjuicio de todos los demás. Por supuesto, para que la estrategia se cumpla y logre ese objetivo, se requiere echar mano de herramientas y estrategias. De ahí que la tecnología, el internet, las redes sociales y los medios de comunicación más influyentes, son importantes instrumentos para lograr ese cometido.
Se “justifica” así que en procura de un interés particular meramente económico, se sacrifique lo esencial del periodismo; la profundidad y la investigación, por una “nueva forma de informar”. Internet y las redes sociales aportan lo suyo a esa condición, lo que obliga a la estructura empresarial y de negocios de la actividad periodística a cambiar.
Intereses particulares como los señalados, más la caída de la circulación y publicidad en los medios convencionales, condiciona la calidad de contenidos. La independencia que identifica el accionar del periodista se sacrifica por la subordinación a las fuentes de financiación (quienes pagan), viéndose obligados en muchas ocasiones, a una práctica limitada y direccionada a provocar respuestas que satisfagan los intereses editoriales.
El escenario descrito, explica el cierre de muchos medios, despidos masivos de periodistas y la precarización la profesión al considerarse que comunicar es un derecho de todos y por consiguiente, todos pueden ser comunicadores. Hoy muchas salas de redacción la componen no profesionales de la comunicación y muchos medios son dirigidos de igual manera.
El ejercicio ético y comprometido del periodismo es considerado un obstáculo y limitación. El periodista tradicional y los medios tradicionales dejan de ser imprescindibles, porque surgen en su lugar múltiples fuentes, recursos tecnológicos, y gran capital que propician las grandes concentraciones de medios, al servicio de grandes intereses.
Esta es la realidad de lo que sucede en el mundo del periodismo, pocas veces profundizada por nosotros mismos los periodistas, como actores participes de estos acontecimientos.
La coyuntura que nos ha correspondido vivir también nos ofrece posibilidades. Eso también hay que aceptarlo. Corresponde adaptarse al constante cambio. Darse cuenta en medio del juego dominante, de la necesidad de permitirse un espacio y como lo señala Javier Darío Restrepo, “Lograr que nos sintamos respetados en inteligencia”.
Si la Revolución digital también remodelo el modelo de negocio, la idea de un cambio en la forma de comunicar y consumir noticias, no debe detenernos, pues la otra realidad es que en mucho tiempo no hubo tantas posibilidades como las hay hoy.
Aun y con todo este contexto podemos seguir la gestión de contenidos de calidad, adaptándonos a las nuevas tendencias de la comunicación y resistiéndonos a seguir patrones o imposiciones dominantes. En la actualidad, básicamente lo que dice el medio de comunicación dominante se toma como verdad absoluta y los demás medios de comunicación lo adoptan como tal, apunta Ignacio Ramonet.
Un periodismo de calidad se podrá seguir haciendo dentro o fuera de un medio de comunicación, siempre que se tengan claro esos factores y se aprovechen las oportunidades para proponer y sobrevivir.
Así como surgen nuevas carreras, nuevos oficios y nuevas formas de negocios, para el periodismo también surgen nuevas oportunidades. Cada vez más empresas privadas, organizaciones sociales, ecologistas, gremios, sectores empresariales, pequeñas y medianas empresas, ven la necesidad de comunicar y contratar profesionales para tal efecto, el abanico es amplio y las esperanzas para los nuevos profesionales y los que ya ejercemos son esperanzadoras. Nuestro reto particular es adaptarnos al cambio, despertar nuestro espíritu emprendedor, para ello la actualización profesional es básica y la colegiatura a nuestro colegio profesional esencial, para no caer en el juego de la improvisación y el ejercicio liberal. Acreditarnos como profesionales siempre será básico para nuestra carta de presentación.
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